sábado, 19 de mayo de 2012

Aniversario 2012 Cuerpo de Baile Pieles Rojas de Peña Chica


Domingo 13 de mayo 2012, Santiago de Chile


“Chinita del Carmen, mujer valiente de nuestra fe, ruega por todos nosotros, en el camino y encuentro con el Maestro y Señor”


 Queridos bailarines, músicos y socios.
Baile Religioso Pieles Rojas de Peña Chica

 Con afecto y alegría me uno a cada uno de ustedes en el 60º aniversario de nuestro baile religioso. Por eso, quisiera comenzar dando gracias a Dios, que nos ha permitido, y sigue permitiendo, esta instancia de encuentro con él, con su Madre y entre nosotros. Gracias Señor, por quienes nos han transmitido la fe a través del canto y la danza; gracias por todos quienes han pasado por nuestro baile; gracias, porque por medio de María has querido caminar con nosotros; gracias, porque a lo largo de éstos años hemos visto y oído tu cercanía en medio de nosotros; gracias, por nuestro baile, por cada hermano y hermana que lo compone en el día de hoy.

Desde el año pasado, se nos ha invitado a mirar a la Virgen María como “la mujer valiente de nuestra fe”, título que concuerda con el llamado que el Santo Padre Benedicto XVI, ha hecho para el mes de octubre de este año: iniciar el año de la fe. Asimismo, quisiera reiterar esta invitación, de cuidar y testimoniar la fe. Porque esta insistencia de poner atención a nuestra fe, no es algo casual, sino que responde a la profunda crisis que vive nuestra sociedad autosuficiente, competitiva, eficiente, y mercantil.

¡Hermanos, cuiden su fe! Para esto, es necesario hacer memoria de la historia personal, hasta llegar a las raíces que siempre fundan y sostienen nuestra vida. Reconozcan en su vida a quienes les han transmitido la fe, con sencillez y amor. En la historia se encontrarán con su abuelos, padres y amigos, que un día le hablaron de Jesús, de la Virgen; y que le enseñaron a expresarle su amor y a invocarles cantando y danzando. Sin embargo, cuidar la fe no solo consiste en recibir aquel regalo y luego guardarlo, sino también mantenerlo y cultivarlo, como lo haríamos con una planta, que necesita cuidado y atención. La Iglesia, pone a nuestra disposición distintos medios para cultivar nuestra fe, incluso algunos más accesibles de lo pensado. Por ejemplo la oración personal, la lectura orante de la Palabra de Dios, la Misa, y los demás sacramentos. Cuiden su fe, porque nuestros antepasados nos la han transmitido como un gran tesoro.

¡Hermanos, testimonien su fe! Somos herederos de un tesoro que necesita ser compartido. No podemos guardarlo, porque otros necesitan de aquella riqueza que poseemos, para encontrar en ella un sustento, un sentido, y una luz para sus vidas. Así como un día nuestros padres y abuelos nos comunicaron con cariño su experiencia de Jesús y de su Madre María, ahora nosotros debemos retribuir aquella generosidad. Somos herederos de una fe, de un cobijo seguro y de un modo de vivir, que sintetiza “fe y cultura”, la piedad popular. Entonces, frente al vaciamiento cultural y religioso tenemos algo muy importante que hacer: testimoniar y compartir nuestra fe. Comencemos por nuestro entorno más cercano: los hijos, nietos, y amigos. No es posible que nuestra fe y el modo de expresarla, no se hable en nuestros hogares y trabajos. Que nuestras palabras y gestos amor hablen a los demás de nuestra fe.

Tenemos por delante un gran desafío, que sin duda debemos emprenderlo ayudados por otros, por Dios y nuestros hermanos de fe. Si nuestra fe hoy en día no tiene el peso y sentido que debería tener, no es por la fe, ya que ella tiene riqueza y valor por si sola; sino que nosotros la hemos descuidado y parece haberse secado. Pero todavía es tiempo de revitalizarla y compartirla.

Que Nuestra Madre María, la mujer valiente de nuestra fe, nos ayude a todos en este propósito de renovar la fe. Además, sea ella quien les anime a seguir amando nuestro baile para cultivar relaciones fraternas profundas y transparentes.

Encomendándome a sus oraciones, me despido deseándoles un feliz aniversario, y abundantes bendiciones de parte de  Dios; y que la compañía fiel de la Madre Santísima, Nuestra Señora del Carmen de la Tirana, acompañe sus vidas en el desafío constante por alcanzar la felicidad, la plenitud, la salud y la paz.

Paz y Bien,
Hno. Luís Cisternas, ofm. 


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