viernes, 11 de noviembre de 2011

Mes de María 2011


El Rosario como Oración Contemplativa

Thomas Keating


El origen del rosario se sitúa en la primera Edad Media. Su invención en aquella época fue muy ingeniosa porque en aquellos días no había libros y cuando los fieles ordinarios iban a la iglesia los domingos no podían entender lo que decía el Evangelio, porque se proclamaba en latín. Así pues, el pueblo común no tenía acceso a la Escritura. El rosario, basado en la repetición del padrenuestro que Jesús nos enseñó, y en textos de la Escritura que forman el avemaría, formuló estas oraciones vocales simples de una forma que los laicos ordinarios podían recitar fácilmente. En efecto, el rosario se convirtió en el oficio de los laicos. También se convirtió progresivamente para algunos en un método que conducía a la oración contemplativa, aun cuando obviamente es un método de concentración distinto del método receptivo con el que seamos familiarizados en la oración centrante.

La tradición, tal como la entiendo, ha mantenido siempre que hay tres formas de rezar el rosario. Podemos unir dos o tres de ellas, si lo queremos. La oración básica del rosario es la recitación de las oraciones vocales, es decir, basta con recitar los padrenuestros ("Padre nuestro") y las avemarías ("Dios te salve María") tal como están agrupados en las cuentas – un padrenuestro en la cuenta grande, seguido por diez avemarías en las pequeñas-. Cada uno de estos grupos - un padrenuestro, diez avemarías y una doxología final - forma un misterio.

Un avance significativo en el desarrollo de la devoción del rosario se produjo cuando a la simple recitación de las oraciones vocales se añadió la reflexión sobre los grandes misterios de la fe. Se asoció cada uno de los quince misterios del rosario con una de las grandes fiestas de Jesús y de María celebradas en la liturgia como la anunciación, la visitación, la natividad, la presentación, el niño perdido y hallado en el templo – los cinco primeros de los quince misterios - . (El término "misterio" se refiere a la gracia del acontecimiento, la creencia en que Dios estaba de alguna manera presente en el acontecimiento particular y se revelaba de una forma única a través de él). Así, el rosario se convirtió en un verdadero compendio de la liturgia. Quienes recitaban los quince misterios del rosario en un día o en una semana podían tener a acceso a áreas completas de la Escritura que, de lo contrario, habían permanecido cerradas para ellos a causa de la falta de formación o de conocimiento de la lengua latina. Esta práctica - la segunda forma de rezar el rosario - permitió a los creyentes profundizar sobre estos grandes misterios. La tercera forma de rezar el rosario era simplemente descansar en la presencia de Dios, de María o de uno de los misterios.

Imagínate que practicas la recitación de una parte significativa del rosario - por ejemplo, cinco misterios - como una devoción diaria. ¿Adónde te llevaría esto? A una amistad más profunda con Cristo. En el momento en que comienzas a orar, haces un acto de fe en la presencia de Dios y de esta forma entras de nuevo en contacto con la gracia de tu bautismo. En el bautismo la divina Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) entra en nuestro ser más íntimo y habita en él, a no ser que nos opongamos deliberadamente a esta presencia con un pecado muy grave y totalmente deliberado.

Llegado un momento de nuestra vida, tenemos que ratificar lo que se hizo en el bautismo y hacerlo nuestro; de lo contrario, su realización plena quedará limitada. La única forma de hacer nuestra una cosa es hacernos responsables de ella. Esto requiere reflexión y elección. En cualquier caso, por el bautismo nos convertimos en una célula del cuerpo místico de Cristo. El mismo Espíritu que habita en Jesús, el Cristo vivo y glorificado, habita también en nosotros, de forma que nos convertimos en miembros vivos del cuerpo de Cristo que se extiende en el tiempo.

El cuerpo místico de Cristo se manifiesta en la comunidad cristiana por la proclamación del Evangelio y la oración eucarística, pero especialmente en la santa comunión. Nótese que el término no es "santa conversación", sino "santa comunión", lo que implica el sentido intuitivo de la presencia de Cristo, donde no tenemos que decir nada, sino simplemente gozar de su presencia y consentir en la verdad y el amor que nos ofrece. Cristo está siempre presente dentro de nosotros en su naturaleza divina como la Palabra eterna del Padre. La santa comunión tiene el objetivo de despertarnos a la presencia permanente de Cristo que comenzó en el bautismo, se hizo más profunda en el sacramento de la confirmación y más honda aún en nuestra oración personal y la recepción frecuente de la eucaristía.

En el cristianismo es esencial el crecimiento en la relación con Cristo, una relación que se profundiza constantemente y se dirige a todos los niveles de nuestro ser: no solo nuestro cuerpo, mente o imaginación, no sólo nuestro corazón, sino nuestro ser más íntimo donde la palabra reverbera en el silencio y donde se realiza la divina unión. Una vez que hemos oído la palabra de Dios en este nivel profundo, hemos oído finalmente todo el mensaje del Evangelio.

A mi juicio, el rosario está al servicio de ese proyecto en gran medida como la lectio divina, a la que nos hemos referido con cierto detalle. Entran en juego los mismos principios. La forma en que desarrollamos la amistad con Cristo es a través de la reflexión sobre los misterios de su vida. El rosario es una forma organizada de ayudar a las personas a reflexionar sobre los misterios sin tener que leer toda la Escritura, que, como hemos dicho, no ha sido accesible hasta hacer relativamente poco tiempo. De una forma simple, día tras día, los creyentes recitaban y reflexionaban sobre los quince misterios. De este modo se sumergían en un ambiente bíblico y quedaban capacitados para establecer una relación entre la vida diaria y esas fuentes fundamentales de la inspiración cristiana. Al acudir al trabajo o al realizar sus deberes en casa, con frecuencia llevaban consigo un rosario y tal vez rezaban un misterio de vez en cuando, de forma parecida a como actualmente en ocasiones se reza el rosario mientras se viaja o se espera el autobús.

Naturalmente, no es necesario rezar el rosario de una vez. No es obligatoria recitar un cierto número de misterios cada vez. Pero tiene mucho sentido reservar un tiempo específico, si queremos rezar el rosario como una devoción principal, de forma que podamos prestar total atención. Después, podemos usarlo como la base de nuestra conversación con Cristo. Un encuentro regular, si no diario, es la disciplina esencial para llegar a conocer a alguien, y también a Dios.
Al igual que sucede en la lectio divina, en el rosario hay un movimiento inherente de la reflexión al simple descanso en Dios. Imagínate si dedicas media hora al rosario cada día. Supón que mientras reflexionas sobre los misterios, sientes una atracción interior a guardar silencio en presencia de Nuestra Señora y asimilar únicamente la dulzura de su presencia con tu espíritu interior.

Podrías sentir la cercanía de la divina presencia en tu interior de la misma manera que la proximidad de Nuestra Señora. Esto es lo que quiere decir con el término "descansar en Dios". El camino hacia la contemplación es ir más allá de las oraciones vocales y más allá de la reflexión cuando sientes la atracción de guardar silencio. Éste es el momento en que deberías sentirte libre para dejar de decir las oraciones vocales y seguir la atracción de quedarte callado, porque tanto las oraciones vocales como la meditación discursiva están destinadas a conducirnos gradualmente a ese lugar secreto y sagrado.

Éste es su único propósito. Muchos no lo comprenden y piensan que tienen que rezar un número determinado de misterios o un número determinado de oraciones.

Éste no es el propósito del rosario.

Cuando te comunicas con un amigo o con un ser querido, la conversación ha de ser espontánea y cuando te sientes inclinado a descansar en el otro, tienes que permanecer en silencio. Si la otra persona habla o si tú dices algo, se rompe ese nivel particular de comunicación y volvéis a la conversación. Cuando pasa la sensación de descansar en Dios, puedes volver a tu recitación del rosario donde lo dejaste. Si no tienes tiempo para ello, no importa. No hay ninguna obligación de terminar nada. En realidad la compulsión de completar un cierto número de oraciones vocales dificulta la espontaneidad en la oración contemplativa. Es necesaria la libertad interior para seguir el movimiento del Espíritu tanto en nuestras reflexiones como en nuestra relación con la comunicación silenciosa.

Esa libertad es renovadora.

Conozco a muchas personas que han aprendido a rezar el rosario de esta forma.

Pero también tenemos que enseñar a otros a orar de esta forma. Muchos se sienten atraídos a permanecer en silencio a pesar de sí mismos o por casualidad, y se sienten culpables porque no completan el número fijado de oraciones vocales. El Espíritu los lleva a ese espacio sosesago, pero involuntariamente en ocasiones se oponen al Espíritu, que los llama al silencio, por causa de sus ideas preconcebidas. Antiguamente se recitaba un cierto número de misterios para ganar indulgencias.

Esta práctica ha disminuido actualmente y, sea cual fuese su valor, nunca se debería haber permitido que dificultara el movimiento del Espíritu que nos conduce a la contemplación. En ese descanso oímos la palabra de Dios en el nivel más profundo, somos incorporados a Jesucristo y comenzamos a asimilar lo que Pablo llama la "mente de Cristo" (1 Corintios 2, 16), que se podría resumir como la experiencia del Espíritu y las bienaventuranzas. Cuando los frutos del Espíritu se desbordan en nuestra vida diaria, experimentamos la plenitud real de la vida cristiana. Entonces la oración alimenta constantemente nuestra actividad diaria. Nuestro apostolado, la paternidad y la maternidad entre los misterios más grandes de la vida cristiana - se harán más efectivos.

Todo el propósito del rosario es conducir a esta experiencia profunda de Nuestra Señora, que junto con Jesús infunde el Espíritu en nosotros. Lo que importa es la calidad de la oración y no tanto la cantidad. El desarrollo de la fe y del amor es el fruto de la reflexión de los misterios del rosario y, especialmente, del descanso en ellos.

1 comentario:

  1. Amigos.

    Mi nombre es Mario Valenzuela. Soy periodista y documentalista chileno. Trabajo junto a un equipo multidisciplinario de profesionales en una investigación audiovisual, histórica y cultural en torno a las fiestas religiosas de los pueblos de Perú, Bolivia y Chile.

    Me interesa contactarme con algun vocero o dirigente de algun baile chileno para presentarle nuestro proyecto y así obtener la ayuda y guía necesaria de quienes son los verdaderos protegonistas de esta maravillosa fiesta de la Tirana. Ustedes.

    Amigos, les agradecería que se contactaran conmigo a: mvb.periodista@gmail.com

    Nuestro propósito es dejar registro viviente de la historia, de sus mitos y leyendas de una cultura rica en tradiciones, de los pueblos originarios, que no sabe de fronteras, pero si de devoción.

    Espero tener prontas respuestas de su parte.

    Se despide muy atentamente,

    Mario Valenzuela

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