miércoles, 3 de noviembre de 2010

Mes de María 2010



PERMANEZCAMOS EN EL SILENCIO DE MARÍA.

“María calla para escuchar la palabra de Dios que le habla en las escrituras o para escuchar a las personas que acuden a ella: Gabriel, Isabel, los pastores, Simeón, Ana. Escucha también los acontecimientos que le suceden para descubrir su sentido. Un hilo de oro enlaza los instantes de su vida integrada en el misterio de su voluntad, según el benévolo designio que en él se propuso de antemano (Ef 1, 9). Hace callar a todos sus circuitos para ser total atención al misterio de Dios. Poco a poco sin saber donde va a conducirle esto, se acostumbró a vivir en silencio todavía más profundo antes de enviarle el ángel para que le comunicase el mensaje de la Encarnación.

María escuchó de tal manera las palabras de Dios, que un día pudo concebir al Verbo de Dios. El silencio había abandonado su cuerpo, su corazón, su alma, y todo su ser de tal manera que se había hecho pura capacidad para dar un cuerpo a la palabra de Dios. Por eso, no más que una sola palabra: Sí, que me suceda según tu palabra…” (Jean Lafrance, “En oración con María, la Madre de Jesús”)

Este mes de María que iniciamos, necesitamos emprenderlo en SILENCIO, penetrados en el silencio que el mismo Espíritu Santo crea en nosotros, y del cual María se nos hace maestra. El mes de María en nuestro país coincide con la pronta finalización del año en sus diversas y variadas actividades, ocasión propicia para evaluar y mirar el año vivido. Para esto necesitamos silencio exterior e interior, y así encontrarnos con los distintos acontecimientos personales y nacionales que este año han marcado la vida. Después de la evaluación surgirá de nuestro corazón el perdón, la acción de gracias, la nostalgia, el miedo, la ansiedad o la culpa. Enfrentar verdadera y realmente estos sentimientos implica tener como cómplice al silencio, pero no para seguir escuchando nuestra voz egoísta, sino para escuchar a Dios, y permitir que el guíe nuestras vidas, y ser así hombres y mujeres más felices. Necesitamos más cristianos que hagan silencio, porque solo en la escucha de Dios a través de todas de sus mediaciones (La palabra de Dios, los distintos deseos de bondad, los acontecimientos, y especialmente el silencio) aprenderemos a descubrir el sentido profundo de la vida, viviendo plenamente en medio de la sociedad, y siendo para los demás luz y consuelo, nacido del silencio. Nuestro Chile, necesita de hombres que hagan silencio. La Iglesia en Chile necesita bailarines del silencio, que dancen dejando hablar la voz de Dios en el corazón, que dancen orando por los demás, que dancen impregnados de la palabra de Dios en la vida.

María quiere hacer silencio contigo, déjate acompañar por ella, y verás como Dios te consuela, te ama, y te constituye su discípulo y misionero para el mundo de hoy. El silencio te ayuda a creerle a Jesús que él es el único sentido de la vida posible.

Hno. Luís Cisternas.

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