Domingo 13 de mayo 2012, Santiago de Chile
“Chinita
del Carmen, mujer valiente de nuestra fe, ruega por todos nosotros, en el
camino y encuentro con el Maestro y Señor”
Baile Religioso
Pieles Rojas de Peña Chica
Desde el año
pasado, se nos ha invitado a mirar a la Virgen María como “la mujer valiente de
nuestra fe”, título que concuerda con el llamado que el Santo Padre Benedicto
XVI, ha hecho para el mes de octubre de este año: iniciar el año de la fe.
Asimismo, quisiera reiterar esta invitación, de cuidar y testimoniar la fe.
Porque esta insistencia de poner atención a nuestra fe, no es algo casual, sino
que responde a la profunda crisis que vive nuestra sociedad autosuficiente,
competitiva, eficiente, y mercantil.
¡Hermanos, cuiden su fe! Para esto, es
necesario hacer memoria de la historia personal, hasta llegar a las raíces que
siempre fundan y sostienen nuestra vida. Reconozcan en su vida a quienes les
han transmitido la fe, con sencillez y amor. En la historia se encontrarán con
su abuelos, padres y amigos, que un día le hablaron de Jesús, de la Virgen; y
que le enseñaron a expresarle su amor y a invocarles cantando y danzando. Sin
embargo, cuidar la fe no solo consiste en recibir aquel regalo y luego
guardarlo, sino también mantenerlo y cultivarlo, como lo haríamos con una
planta, que necesita cuidado y atención. La Iglesia, pone a nuestra disposición
distintos medios para cultivar nuestra fe, incluso algunos más accesibles de lo
pensado. Por ejemplo la oración personal, la lectura orante de la Palabra de
Dios, la Misa, y los demás sacramentos. Cuiden su fe, porque nuestros
antepasados nos la han transmitido como un gran tesoro.
¡Hermanos, testimonien su fe! Somos
herederos de un tesoro que necesita ser compartido. No podemos guardarlo,
porque otros necesitan de aquella riqueza que poseemos, para encontrar en ella
un sustento, un sentido, y una luz para sus vidas. Así como un día nuestros
padres y abuelos nos comunicaron con cariño su experiencia de Jesús y de su
Madre María, ahora nosotros debemos retribuir aquella generosidad. Somos
herederos de una fe, de un cobijo seguro y de un modo de vivir, que sintetiza
“fe y cultura”, la piedad popular. Entonces, frente al vaciamiento cultural y
religioso tenemos algo muy importante que hacer: testimoniar y compartir
nuestra fe. Comencemos por nuestro entorno más cercano: los hijos, nietos, y
amigos. No es posible que nuestra fe y el modo de expresarla, no se hable en
nuestros hogares y trabajos. Que nuestras palabras y gestos amor hablen a los
demás de nuestra fe.
Tenemos por
delante un gran desafío, que sin duda debemos emprenderlo ayudados por otros,
por Dios y nuestros hermanos de fe. Si nuestra fe hoy en día no tiene el peso y
sentido que debería tener, no es por la fe, ya que ella tiene riqueza y valor
por si sola; sino que nosotros la hemos descuidado y parece haberse secado. Pero
todavía es tiempo de revitalizarla y compartirla.
Que Nuestra
Madre María, la mujer valiente de nuestra fe, nos ayude a todos en este
propósito de renovar la fe. Además, sea ella quien les anime a seguir amando
nuestro baile para cultivar relaciones fraternas profundas y transparentes.
Encomendándome a
sus oraciones, me despido deseándoles un feliz aniversario, y abundantes
bendiciones de parte de Dios; y que la
compañía fiel de la Madre Santísima, Nuestra Señora del Carmen de la Tirana,
acompañe sus vidas en el desafío constante por alcanzar la felicidad, la
plenitud, la salud y la paz.
Paz y Bien,
Hno. Luís Cisternas, ofm.
Muchas felicidades querido baile
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