Diez artistas son los que colaboran en el taller del autor de la obra en homenaje a la Patrona de Chile, que próximamente estará ubicada en el sector de Punta Gruesa. Un significativo proyecto bicentenario, encargado por la Municipalidad de Iquique a través del compromiso de la alcaldesa Myrta Dubost.
En Arequipa, su ciudad natal, está el taller de Fredy Luque, autor de la escultura monumental. Es el lugar donde convive la conjunción de talentos y de buenas ideas de un equipo integrado por diez artistas que dirige hace varios años, piezas clave en la obra que llegará próximamente a nuestra ciudad. Desarrollan el diálogo a punta de talento, herramientas y la inspiración que surge cada amanecer, luego de la reflexión que los empuja como creativos y como seres humanos a dar lo mejor de sí.
Ha realizado esculturas monumentales sobresalientes, algunas instaladas en México, Estados Unidos, Colombia, Alemania, Italia y próximamente en Rusia. Junto a sus colaboradores, realiza un contacto tangible con la obra, una conexión tan particular, presente en los grandes maestros, que nos lleva a analizar la dimensión integral del autor.
Cada jornada emprende junto a su equipo el desafío de dar forma a la escultura monumental. Luque es reconocido por desarrollar la escultura humana de manera casi perfecta. Su trabajo se ha centrado en las proporciones, destacando por una propuesta de arte religioso con formatos a gran escala. En el ámbito de tamaño, la imagen que instalará en Iquique es su mayor desafío, la obra más grande que ha realizado y probablemente una de las versiones más hermosas y “celestiales”.
Una imagen escultórica de elocuente pureza, que a partir de efectos volumétricos en los rostros (madre e hijo), principalmente, trascienden a la obra y logran captar la esencia de la virgen, con una dulzura que maravilla desde su mirada emotiva.
Es la expresión de lo trascendente. “No es sólo una escultura, nuestro objetivo es traspasar la materialidad y llegar al corazón de mucha gente, a lo emotivo, porque serán muchas las personas que seguramente llegarán al lugar en busca de una respuesta, del silencio de la mirada sobrecogedora de la virgen y su hijo amado”, agrega Luque.
La gigantesca composición escultórica mide 16 metros de altura. Está modelada enteramente en arcilla, siendo empleados aproximadamente unas 20 toneladas del material. La totalidad del cuerpo y rostro han sido trabajadas manualmente y en fragmentos, lo cual representa un importante desafío por las dimensiones de la obra. Una vez finalizadas las partes en arcilla, se inicia el proceso de colocación de los moldes sobre la imagen, y posteriormente el vaciado de la resina, el material definitivo de la escultura, altamente resistente a las condiciones climáticas de Iquique.
“Es una escultura relacionada a nuestras raíces más profundas, un patrimonio cultural y religioso de toda nuestra comunidad, lo cual ha sido interpretado maravillosamente por el artista quien no deja de sorprendernos por cada trazado que imprime en la materialización del proyecto. La mirada de la virgen y de su hijo son conmovedoras”, señala la alcaldesa Myrta Dubost.
Grandes artistas
La diversidad formativa de los diez escultores que trabajan con Fredy Luque marca la diferencia. Cada uno de ellos tiene una profesión que antecede a la escultura, y que sin duda, enriquece la interpretación material de la obra: músicos, soldadores, maqueteros, por nombrar algunos. El más joven tiene 19 años, en tanto el mayor del grupo supera los 45.
En definitiva, un equipo de primera selección, según reconoce Luque, que por cosas de la vida, en su mayoría pertenecen al barrio de Buenos Aires, ubicado en la localidad de Cayma. En ese lugar tuvieron sus primeros contactos con la tierra, la arcilla y todo el arte que se desarrolla en torno a la piedra, elemento predominante en el arte y la escultura arequipeña.
Fuente: municipioiquique.cl
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